Como afirma el aforismo que aparece en la cabecera de mi blog, aquí el lector va a encontrar un espacio amplio para debatir y pensar sobre todas las materias del conocimiento, esto es, un lugar de unión entre la ciencia y la filosofía, y entre las ciencias sociales y las ciencias naturales. En definitiva, se encontrará con un remanso de paz en medio del bullicio y la vorágine habituales, una alternativa a ese mundo cada vez más complejo y abigarrado donde los hombres tienden por defecto a especializarse en una asignatura concreta, y por esas van perdiendo paulatinamente la visión global que caracterizaba el pensamiento de sus antecedentes clásicos. No en vano, esta integración fundamental constituye el pilar central sobre el que se levanta el edificio intelectual que aquí se presenta. Y la unión no se reduce a la gnoseología. No es solo una unión de disciplinas, es al mismo tiempo una unión de principios. Como también afirmo en el adagio que preside la cabecera del blog, el autor del mismo se tiene por un liberal contestatario, con un mensaje propagandístico, la difusión de un principio metafísico fundamental digno de ser enseñado o trasmitido, en torno al cual se amalgaman todas las notas y artículos que van a publicarse en este foro. Huelga decir que la libertad individual es ese principio básico del cual se predica todo lo demás.
El título del blog hace referencia a dos ideas que cambiaron mi vida de forma definitiva, los replicadores de Richard Dawkins, y el liberalismo económico de la Escuela Austriaca. La sinergia de estos dos conceptos me permitió avizorar una acuerdo entre las ciencias naturales y las ciencias sociales que iba más allá de cualquier intento que se hubiera hecho hasta entonces.
Posteriormente también encontré vasos comunicantes que unían la ciencia con la filosofía y que quedaban conectados a través del principio de libertad individual. Inmediatamente, me atrajeron todas las disciplinas del pensamiento, las científicas y las filosóficas. De repente, todas me parecieron importantes. Considero que todas ellas deben tener puesta su mira telescópica en el objetivo de la libertad. La única verdad eterna, la metafísica más trascendental, es la que se basa en el principio filosófico de la libertad individual. Asimismo, creo que la ciencia solo encuentra su camino, de continua evolución y de sucesivas rectificaciones, cuando se deja que los hombres actúen libremente, contrastando sus opiniones, en sana competencia, y en pro de las ideas y demostraciones más eficaces y prósperas, las cuales suelen ser también las más provechosas y las que a la larga tienen una mayor aceptación.
Básicamente, los seres humanos tenemos dos vías para incrementar nuestra libertad y contribuir de esa manera a afianzar la conducta en torno al principio metafísico y la verdad más general de todas: la libertad individual. La primera tiene que ver con el entorno donde nos movemos y consiste en reducir el grado de coacción que éste ejerce sobre el individuo en cuestión. La segunda depende de la propia estructura interna del sujeto y aumenta en proporción directa al volumen de conocimientos que atesora el susodicho en su interior. Por consiguiente, la disminución progresiva del Estado (el aparato de coacción externa más ominoso de todos), así como el apego a la literatura (la mayor fuente de aprendizaje), constituyen las dos únicas herramientas que tiene el hombre para salir de su estado natural, predominantemente coercitivo, y desarrollar todas sus potencialidades y facultades. Esas dos claves, la disminución del Estado y el aumento del conocimiento, la aversión a la política y el amor a la sabiduría, son también los dos velámenes que mueven y dirigen el destino de este blog, unidos por sus grátiles a una única verga mayor: la libertad individual, el principio más general de todos.