“Mientras estoy viviendo el feliz último día de mi vida, me han acaecido dolores en la vejiga y en las vísceras mayores de los cuales no pueden darse. Pero por encima de todo resiste y contrasta con ello la serenidad del alma cuando recuerdo nuestros razonamientos filosóficos de otros tiempos” (Epicuro, Epístola e Idomeneo, 341 a C.- 270 a C.)
Nadie ha vuelto a describir con tanta genialidad y contundencia el amor que una persona puede llegar a sentir por la filosofía.