“Yo creo en los que creen” (Daniel Dennett).
No soy creyente, pero tampoco soy laicista. Entiendo la importancia de la religión, su función de argamasa social, y su interés para el individuo. No soy un ateo yihadista, no pregono la abolición de la fe que el prójimo deposita en su creador. Por mi, puede creer en las piedras, si eso le hace sentirse mejor. Solo le pido que no me las arroje a la cabeza. Me disgusta cualquier doctrina que impida la libertad de culto, y aquí también incluyo a los ateos y los cientistas arrogantes, a todos esos fanáticos modernos que adoran a la diosa razón. Yo creo en la libertad. Yo creo en los que creen, y en los que dejan de creer. Por encima de todas las cosas, creo en los que dejan creer.