La respuesta de Walter Block a una pregunta sobre Cataluña, o por qué los anarcocapitalistas no son lo que dicen ser


¿Se imaginan a un liberal que defienda la libertad individual bajo la premisa de que todas las personas pueden hacer lo que les dé la gana, incluso los delincuentes y los asesinos? Pues eso es lo que hacen en esencia algunos liberales cuando defienden la secesión nacional casi a cualquier precio. Lo curioso es que alegan en su favor que lo hacen por principios. Ahora bien, hay que ver cuáles son esos rudimentos que utilizan para justificarse, en los que dicen apoyarse, para transmitir integridad. Los principios no son buenos porque sean principios, sino porque tengan un contenido adecuado a la realidad. Y una persona tampoco es íntegra porque utilice principios, sino porque defienda la verdad y la justicia. Los asesinos también tienen principios. En este caso, los principios de algunos liberales anteponen la secesión colectiva de una región determinada a la libertad franca y el derecho que tiene cualquier ciudadano a ser libre. Es la eterna paradoja de la tolerancia de Popper. El principal pecado del liberalismo consiste en confundir la libertad con el libertinaje, los derechos individuales a los que sin duda tienen acceso las personas que respetan las leyes, con los derechos colectivos de casi cualquier entidad que podamos imaginar. Por ejemplo, muchos liberales defienden la secesión de Cataluña a pesar de asumir de antemano, con total naturalidad, que la comunidad autónoma en cuestión acabará convirtiéndose en una república socialista. Y dicen que lo hacen por principios, para no caer en la posición opuesta, la del utilitarismo. No se dan cuenta que están haciendo todo lo contrario, alejarse de los principios que defienden al individuo, para caer a continuación en la más grave y común de todas las equivocaciones liberales, aquella que denunciaba Popper en su famosa paradoja de la tolerancia, aquella que lleva a pensar que cualquier entidad puede hacer lo que le venga en gana, con tal de decir que lo hace porque es libre o porque así lo quiere la mayoría. Es fácil hablar de mayorías cuando puedes encoger el territorio todo lo que quieras para tener en cuenta solo a aquellas poblaciones locales que reivindican la separación. Cualquier minoría se convierte entonces en una mayoría, con lo que el principio deja de tener sentido. Del mismo modo, cualquier declaración se puede convertir en un principio liberal si lo único que se utiliza como filtro es una idea vaga de libertad basada en el continente del concepto y no en su contenido real, en la propia libertad y no en lo que se hace con ella. Por supuesto, Cataluña podría ejercer su libertad si acabara independizándose. Pero, ¿a costa de qué?, ¿con qué consecuencias?, ¿y con cuántas víctimas? Eso es lo que hay que analizar en primer lugar. No podemos caer en ese absurdo concepto absolutista que manejan los anarcocapitalistas, con el que pretenden enarbolar la bandera del liberalismo, y convencernos al resto de lo íntegros que son. Ni son probos ni son justos.

A menudo me enfrento con anarquistas de mercado, y en todos los casos parece que tengan una aureola de luz alrededor de sus cabezotas, o por lo menos eso es lo que ellos piensan. Se creen los guardianes de los principios liberales, los únicos que son fieles a los preceptos del movimiento, aquellos que llevan los principios hasta sus últimas consecuencias. Eso te dicen. En este pequeño artículo creo haber demostrado que en realidad son unos farsantes. Sus principios no son tales. Y su defensa no tiene nada que ver con la libertad que tradicionalmente ha defendido la Escuela Austriaca y la mayoría de corrientes liberales.

A algunos les costará creer que los liberales puedan llegar a estas conclusiones, siendo que se tienen como los máximos defensores del individuo. Si no me creen, lean la respuesta del economista de la escuela austriaca Walter Block (por supuesto un anarcocapitalista confeso) a una pregunta de Erick Flores:

– Profesor Block, el gobierno catalán quiere separar Cataluña de España. En principio, cualquier libertario apoyaría este proceso, pero tiene al menos tres problemas: primero, se basa en mentiras (falsificación histórica y adoctrinamiento en las escuelas); en segundo lugar, ¿qué pasaría con aquellas personas que quieren permanecer en España (que bien puede ser la mayoría del pueblo catalán)? y tercero, en caso de éxito, la supuesta “República Catalana” sería casi un Estado socialista. Por lo tanto, desde un punto de vista utilitario, en este momento sería mejor quedarse en España que separarse. ¿Qué piensa? Gracias por su atención.
Sinceramente, D.

+ Querido D: Primero, no soy capaz de juzgar las “mentiras” que usted menciona. En segundo lugar, las personas que quieran permanecer en España, o establecer su propio país separado de la nueva nación de Cataluña, deben ser autorizados a hacerlo. Tercero, sí, desde el punto de vista utilitario, no se debe permitir que los catalanes socialistas se separen. Pero desde una perspectiva libertaria, la libre asociación es crucial. Nadie, ni siquiera los zurdos, deben ser obligados a asociarse con las personas contra su voluntad. Es una lástima que la mayoría de los separatistas (Quebec de Canadá, Irlanda del Reino Unido) sean socialistas. Pero, incluso los socialistas tienen derechos, lo sostengo. Me doy cuenta de que esto es una situación complicada, ya que los socialistas no conceden a nadie más derechos, pero, como un libertario firme, trato de decidir por principios, no importa el caso. Saludos, Walter Block.

Acerca de Eladio

Licenciado en biología. Profesor de instituto. Doctorando en economía.
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Una respuesta a La respuesta de Walter Block a una pregunta sobre Cataluña, o por qué los anarcocapitalistas no son lo que dicen ser

  1. cobrizo68 dijo:

    Muy buen artículo.
    En realidad, yo creo que es gente profundamente mermada. Llaman ‘individualismo’ a lo que no es otra cosa que ‘solipsismo’. Creen que el mundo, la realidad, nace con ellos, y que todo lo que ha sucedido antes de que ellos vinieran al mundo no cuenta a la hora de tomar posiciones. Por eso, el profesor Block dice, al hablar sobre Cataluña: «Nadie, ni siquiera los zurdos, deben ser obligados a asociarse con las personas contra su voluntad.» Claro, pero es que a los catalanes nadie los obligó a ser españoles. Es consecuencia de la historia, de las relaciones políticas, de los conceptos de nación histórica, étnica y política. Pero todo esto, que es fundamental para entender el asunto del secesionismo y por qué es una enorme farsa, no les importa; no les importa el adoctrinamiento recibido durante décadas en las escuelas catalanas, no les importa las mentiras de CiU, ni que todo haya venido desde las élites burguesas catalanas. Les da igual porque sus principios morales solo funcionan al margen de la realidad. De ahí que su discurso sea tan absurdo y poco interesante. Bah.

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