Hoy les vengo a contar una historia de miedo. Les voy a resumir sucintamente el programa que defiende la Sciocracia Mundial. La Sciocracia es el nuevo platonismo, el gobierno de los sabios. Al parecer, el hombre sigue sin comprender. Reinventa los mismos errores una y otra vez. La Sciocracia descansa en la idea de que los electores de base deberían tener un distinto poder decisorio, en virtud de su conocimiento fáctico y su poder raciocognitivo científicamente probados. El problema de esto siempre es el mismo. Los más tontos, que son mayoría, no se dejarían gobernar por los más listos. Las revueltas estarían garantizadas. Además, los más listos tampoco tienen asegurado el acierto. Muy al contrario, por lo general se tienden a equivocar, ya que suelen ser demasiado arrogantes. Como son tan listos, tienden a creer en la ingeniería y la intervención social. La Sciocracia hace un nuevo énfasis en la politización de la sociedad, ya que piensa que todas las decisiones (o una mayoría de ellas) tienen que recaer en un grupo o parlamento de sabios elegido por ciudadanos inteligentes. En este sentido, se aleja del pensamiento liberal, y por ende también de la verdad. A fin de cuentas, los sciocratas no son tan sabios como ellos quieren creer.
Los sciocratas desearían que toda transacción económica quedase registrada exhaustivamente en algún libro de cuentas universal. Para ello, deberían contar con una sofisticadísima base de datos, de tal forma que pudieran rastrear el origen del pago, del producto, o del interés de todo ciudadano. Pretenden tener un máximo conocimiento sobre un gran número de factores económicos (son cientistas), sin darse cuenta de que la sociedad funciona exclusivamente mediante orden espontáneo, gracias a la especialización y la información exclusiva que posee cada persona en su ámbito particular de trabajo. Sería ideal que todos tuviéramos conocimiento casi semanal de una multitud ingente de cuestiones. Pero no es así. Nadie puede manejar ese volumen de negocio, por muy sabio que sea.
La Sciocracia es una nueva ocurrencia política, pero no propone nada que no hayamos visto ya. Es un republicanismo de nuevo cuño, quiere que los ciudadanos se mantengan expectantes de lo que ocurre a su alrededor, y voten constantemente todo tipo de propuestas. Convierte a todos los ciudadanos en políticos, como si ya no tuviéramos suficiente con los que ahora hay. El liberalismo en cambio aboga por una reducción drástica del Estado, para devolver las competencias a la gente, allí donde verdaderamente las tienen, en sus vidas diarias, en las decisiones que cada cual toma a diario en función de la información que solo él conoce.
La Sciocracia, además, propone que se hagan test para valorar la inteligencia de las personas, y en función de ello otorgar un mayor o menor derecho (o peso) al votante. De nuevo, abraza ese mito platónico que concibe la sociedad como si fuera un enorme tablero de ajedrez, manejado solo por los más capacitados para mover las fichas.
En definitiva, la Sciocracia devendría en totalitarismo al poco de nacer. Toda ideología que aboga por politizar la sociedad y profesionalizar al máximo la política, acaba convirtiéndose tarde o temprano en una nueva tiranía. Y la Sciocracia no es una excepción. Antes bien, es la quintaesencia de tal intento. Primero porque decide quienes tienen que tomar las decisiones (los más sabios). Y segundo porque quiere que esas elecciones se extiendan a un gran número de circunstancias (republicanismo, hiperdemocracia).
La Sciocracia es una forma hipertrofiada de ingeniería social, y por tanto se encuentra en las antípodas del liberalismo y la libertad. La Sciocracia es una nueva distopía huxleyana. Todas las decisiones se llevan a cabo por medio de sondeos y plebiscitos, e implementadas sobre todo tipo de circunstancias. La demoscopia sería, según Paco Mota (uno de sus principales impulsores) «una ventana abierta a los deseos y las creencias de las personas, y podría rentar unos beneficios increíbles saber qué desea la humanidad en cada instante y en un número ingente de cuestiones». En esta creencia hallamos el verdadero error de la Sciocracia, que es el mismo en el que incurre también el socialismo y el comunismo. Como ignoran el mecanismo real que opera de forma natural en cualquier sociedad, a saber, el orden espontáneo, la mano invisible de Adam Smith, la distribución voluntaria y automática de bienes y servicios en el mercado de valores, para disfrute de todos, como ignoran ese mecanismo, creen en cambio que hace falta recabar un gran número de datos, y delegar el manejo de los mismos en una élite preparada. Es decir, incurren en ese fatal error que predispone al hombre para analizar la sociedad como si fuera una simple muestra de laboratorio, con todos sus controles y sus mediciones. Pero como quiera que los hombres no viven encerrados en un laboratorio, y no son conjuntos medibles, el sciócrata termita destripando una rata equivocada, mata la iniciativa, y destruye la sociedad (deviene en totalitario). La historia se repite. El victimario cambia de máscara, pero no hace nada original. Las víctimas somos todos. La ideología totalitaria es una Hidra con muchas cabezas y preñada de buenas intenciones: Platón, Maquiavelo, Marx, Lenin, Hitler, y ahora la Sciocracia.
En este vídeo aparece una entrevista a Paco Mota, uno de los mayores representantes de esta nueva (o vieja) ideología: https://www.youtube.com/watch?time_continue=16&v=6vAJbYoKo-E