Acabo de leer de madrugada un artículo en la página del Instituto Juan de Mariana que me ha dejado perplejo, casi noqueado. De repente se me han quitado las ganas de colaborar con esta insigne institución (seguro que se me pasará). Hasta tal punto ha llegado mi nivel de indignación, que me he lanzado sin pensarlo fuera de la cama para escribir algo al respecto. Se me ha quitado el sueño.
Todavía está caliente el artículo que publiqué en este mismo blog denunciando la negación que hacen las feministas de la propia biología (https://elreplicadorliberal.com/2018/03/09/el-feminismo-la-negacion-de-la-biologia/), y ya tengo que lamentar la misma adjuración por parte del otro bando (los liberales), esta vez con un dolor de corazón mucho mayor. Tantos años cultivando el pensamiento crítico y la razón, huyendo de toda superchería como quien huye del diablo, para que ahora, ya de viejo, tenga que asumir una parte de culpa a la hora de contribuir a extender ese tipo de abortos intelectuales. Me niego en rotundo. Por supuesto, soy consciente de que las ideas que evacua el autor de dicho artículo son propiedad de una única persona, y que el instituto en cuestión siempre se ha desvinculado de la opinión que tenga cualquier miembro. Pero, ¿quiere esto decir que no hay que utilizar ningún tipo de límite o filtro académico? ¿Puede el Instituto desvincularse tanto de las ideas de sus miembros que permita a estos jactarse de negar la propia evolución biológica con unos argumentos tan pobres? No lo creo. Porque para negar la evolución darwiniana primero hay que negar la ciencia casi al completo. Es imposible explicar la realidad sin acudir al darwinismo. «Nada tiene sentido si no es a la luz de la evolución» ( Theodosius Dobzhansky). Ni la genética, ni la medicina, ni la ontología, ni la agricultura, ni la vida, ¡¡nada!!
Ahora voy a tener que soportar la vergüenza sobrevenida cada vez que alguien me pregunte si colaboro en alguna institución independiente. Admito que tal vez estoy exagerando un poco. El Instituto publica multitud de excelentes artículos, pero es que estoy impactado por lo que acabo de leer: que si la termodinámica hace imposible la evolución de las especies, que si las mutaciones no pueden producir cambios adaptativos, que si lo único que participa del proceso evolutivo es el azar, que si la defensa de la evolución estaría avalando el totalitarismo político, que si el eslabón perdido niega el progreso biológico… El autor de estas líneas demuestra una ignorancia supina en materias básicas para la ciencia, y cualquiera que se haya interesado mínimamente por cultivar este arte amatorio, que representa la búsqueda constante de la verdad, no puede menos que quedarse ojiplático ante cada una de las ideas que se vierten en ese opusculillo. Parece escrito por un niño que todavía no hubiera asistido a la escuela primaria, o por un creacionista airado de la Edad Media. Conozco al autor y me une a él un trato cordial que seguro va a seguir existiendo, pero no puedo dejar de denunciar (y lamentar) lo que éste dice.
Un porcentaje bastante significativo de científicos cae en el error de creer que la ciencia será capaz algún día de dar respuesta a todos los interrogantes que existen. El propio Hawking afirmaba eso a través de su sintetizador electrónico cada vez que alguien le preguntaba por los límites del conocimiento. Algunos llamamos cientismo a esa forma común de vanagloria. Pero lo que hace el autor del artículo que aquí nos ocupa (y preocupa) es una verdadera barbaridad. No se limita a criticar el cientismo de Hawking. Es evidente que no se contenta con delatar el exceso de arrogancia que entraña la ignorancia de cualquier tipo de límite gnoseológico. Antes bien, niega la propia teoría de la evolución biológica, la única construcción científica que da sentido y coherencia a todas las ciencias naturales. Al hacer esto, casi podemos decir que está equiparando la ciencia con el cientismo, como si fueran una y la misma cosa.
Si tienes estudios básicos sabes de buena mano que el segundo principio de la termodinámica se limita a afirmar que es imposible aumentar el orden del universo en términos absolutos, lo que no quiere decir que ese orden no se pueda incrementar localmente, para una estructura determinada. Los sistemas complejos aumentan su ordenamiento interno gracias a que producen un desorden mayor en su entorno, debido al calor que desprenden con su trabajo, sin contradecir para nada la segunda ley de la termodinámica. Si esto no fuera posible, como dice José Augusto, nada mínimamente complejo podría haber aparecido jamás. Parece mentira tener que decir esto.
Si el interfecto hubiera trabajado en un laboratorio, habría podido experimentar en carnes propias, todos los días, el mecanismo indefectible que pone en marcha y mueve la evolución natural. La habría puesto a prueba cada vez que hubiera tenido que clonar un gen nuevo o cultivar una cepa bacteriana.
Si el autor no cree en las mutaciones beneficiosas, tampoco debería aprobar la medicina (ni someterse a sus tratamientos) ¿Para qué tanta lucha por intentar cambiar alguna letra del código genético, si no hay mutaciones? ¿Por qué tenemos que seguir insistiendo en los beneficios de la terapia génica si no hay mecanismo alguno que, a través de un pequeño cambio, devenga en un funcionamiento fisiológico mejorado? ¿Para qué usar mutágenos sobre bacterias para mejorar alguna línea de producción o curar alguna enfermedad humana, si no existen mutágenos y tampoco bacterias mejoradas?
Otra cosa que se dice en el artículo es que la evolución es puro azar. Sin embargo, hace años que ningún científico serio discute este extremo. En la evolución también hay necesidad. Lean a Jacques Monod. Compren su libro: «El azar y la necesidad». Ahí podrán hallar toda la información necesaria para no caer en este tipo de pamemas.
El eslabón perdido es una de las mayores desfachateces que se puede atribuir al género bobo. Los tontos siempre van a recurrir a ese tipo de argumentos infalsables. Por mucho que les pongamos delante de las narices toda las serie evolutiva de una determinada rama del árbol genealógico, ellos siempre se van a acoger a esos pequeñísimos puntos ciegos que pueden aparecer a veces. Siempre se puede alegar que existe un puntito desconocido. Pero es estúpido negar toda la línea por mor de ese desconocimiento mínimo, como es estúpido negar todos los descubrimientos de la ciencia simplemente porque aún no conocemos todo.
Y la política, ¡ay la política! ¿Cómo se puede relacionar la política totalitaria con la teoría de Darwin afirmando que ambas pecan de soberbias? ¿Qué muestra de mayor arrogancia existe que aquella que convierte al ser humano en la criatura preferida de Dios, a imagen y semejanza suya, o aquella que dice conocer el origen de todos los existentes mucho antes de empezar a estudiar la naturaleza con alguna seriedad? ¿Cómo se puede decir que el darwinismo (y la ciencia en general) propone una visión arrogante del mundo, cuando es exactamente todo lo contrario. El darwinismo resulta del esfuerzo ingente de miles de investigadores a lo largo de los siglos, que pusieron en duda la mayor arrogancia de todas: la religión. El darwinismo baja de su pedestal sagrado al hombre y lo coloca al lado del resto de criaturas, llevando a cabo un ejercicio de humildad que no tiene precedentes. Es la religión socialista la que ha arrastrado debajo de los pies del dictador a millones de personas imprudentes, precisamente porque éstas se creían tan vanidosas que ni siquiera se permitían cuestionar nada de lo que dijera el sátrapa de turno para elevarles el ego.
Por lo demás, el darwinismo ha venido a señalar la importancia del proceso espontáneo, mucho antes de que a Hayek se le ocurriera aplicarlo a las ciencias sociales para denunciar toda política intervencionista y centralizada. De hecho, se sabe que Darwin se inspiró en Adam Smith para componer su obra magna. ¿Cómo se puede tergiversar el mensaje liberal de esa manera, dando la vuelta a los argumentos como si fueran unos meros calcetines usados?
Negar la evolución no supone simplemente negar una teoría en particular. Lo que estamos haciendo es negar toda una materia académica. Negar la evolución es como negar el átomo en física o el intercambio en economía. Aquellos que niegan la evolución no proponen un cambio de modelo (como pueden hacer los comunistas en política). Lo que quieren es un modelo sin cambio. Y cuando negamos el cambio, negamos también toda la realidad. No en vano, la evolución es una teoría metafísica. La existencia no tiene alternativas. Solo existe aquello que sobrevive, y solo sobrevive aquello que evoluciona por selección natural. Negar la mayor de las verdades supone abrazar la mayor de las mentiras. No tiene excusa posible.
El artículo que ha motivado esta entrada: