Religión y socialismo: dos necedades y un mismo error


¿Que hace el socialista para explicar la riqueza? Nada. El socialista coge la riqueza, se llena los bolsillos, la reparte entre sus amigotes, concede subvenciones, y con los restos hace cestos y se los da a los pobres. El socialista no sabe explicar la riqueza. Para el socialista la riqueza se genera cuando el político obliga a alguien, más rico, a ceder involuntariamente parte de sus emolumentos a alguien más pobre. Ahora bien, en esta aclaración queda sin explicar cómo se ha enriquecido el primer oferente.

¿Que hace la religión para explicar el mundo? Nada. El devoto tampoco explica cómo se ordenan las cosas, y no ofrece ninguna solución para entender por qué vivimos en un mundo tan complejo. Su única respuesta consiste en explicar la complejidad (la inteligencia humana) con una complejidad (o inteligencia) todavía mayor (Dios). Igual hace el socialista, que explica el enriquecimiento acudiendo a una riqueza de orden superior (robándole el dinero a los ricos), sin preocuparse por entender las causas originales que llevan a una persona a acumular bienes.

El socialista soluciona (o explica) la riqueza retrayendo dinero de las personas más ricas, pero deja sin explicar cómo ese primer rico ha llegado a tener tantos recursos. El religioso explica la inteligencia con más inteligencia, pero deja igualmente sin explicar cómo esa primera inteligencia ha llegado a tener tantas capacidades. En ambos casos no se aclara ni se dilucida nada, simplemente se utilizan los efectos para intentar explicar esos mismos efectos.

El socialismo y la religión tienen múltiples coincidencias. Pero quizás la más grave y representativa de todas sea esa similitud que nos encontramos cuando constatamos que ninguna de las dos visiones sabe explicar nada.

Cierto amigo me preguntaba un día si yo creía que sería posible que una inteligencia alienígena hubiera creado la vida en la Tierra. Esperaba de mí una respuesta afirmativa. Y cuando se la dí, pensó que había encontrado un agujero en mis argumentos por el que arrastrarse. Me dijo que esta creencia mía era indistinguible de aquella otra que afirma que somos una creación divina. Cabe señalar, sin embargo, que yo no busco con esa afirmación entender el origen último de la inteligencia y la complejidad, como sí pretende la religión. Es muy distinto creer en la remota posibilidad de que una inteligencia superior se haya preocupado en crear un espacio apropiado para que vivamos nosotros, que creer que lo ha hecho una divinidad abstrusa (religiosa). En primer lugar, la heurística de la religión y la de la ciencia son completamente opuestas. La religión dice que Dios existe porque sí, y le asigna unas cualidades humanas bastante sospechosas. La ciencia simplemente contempla la posibilidad real de que no seamos la primera inteligencia que contempla los astros, pero jamás cejará en su empeño por entender cómo ha podido evolucionar esa inteligencia, ya sea aquí en la Tierra, o allende las estrellas. La ciencia utiliza una forma de razonamiento mucho más avanzado (y coherente). La religión, en cambio, usa una lógica pobre y pueril. Aunque al final la conclusión de ambas se parezca en algunos puntos, en el fondo no tienen nada que ver ni en los contenidos ni en las formas.

La religión diría: ¡que sabio es Dios que nos ha colocado una nariz para poder sostener las gafas! En cambio, gracias a la ciencia y el descubrimiento de la evolución sabemos que ha sido al revés. Nosotros hemos adaptado las gafas a la forma de nuestra nariz. En ambos casos el resultado es un órgano perfectamente ajustado a las condiciones o necesidades de su entorno. Pero esto no quiere decir que el órgano en cuestión haya sido creado deliberadamente por alguien. Lo que quiero afirmar con esto es que la religión no entra a valorar las causas reales de los fenómenos, se limita a inventarse una historia perfecta. La ciencia, por el contrario, no se dedica a poner parches absurdos. Aunque existiera una raza superior de alienígenas que se hubiera entretenido en crearnos, las preguntas lógicas que nos hacemos sobre el origen de la vida seguirían siendo necesarias y seguirían teniendo sentido. ¿Cómo evolucionaron los propios alienígenas? La respuesta está en el propio mecanismo de la evolución, no en la idea de Dios.

El universo tiene las constantes cosmológicas ajustadas al milímetro para permitir que nosotros estemos ahora aquí hablando de él. Del mismo modo, nuestro planeta goza también de las condiciones necesarias para albergar vida. Todo parece indicar que existe un mecanismo oculto que ajusta la hora del reloj cada cierto tiempo. Pero no vale con decir que ese mecanismo está movido por Dios o por una raza de extraterrestres. Hay que saber cómo se creó el universo que pudo albergar a esos alienígenas. Las respuestas religiosas siguen siendo demasiado simples, y no responden absolutamente nada. Lo que debemos entender son los sistemas de autoorganización que permiten explicar la existencia de un universo habitable sin necesidad de que exista una inteligencia previa. El orden correcto que hay que respetar a la hora de relatar la historia del universo empieza analizando la materia inorgánica y continúa aclarando cómo surge la vida y la inteligencia compleja a partir de ésta. La religión altera ese orden coherente al intentar explicar la inteligencia humana a través de una inteligencia todavía mayor. La ciencia en cambio no comete el mismo error, aunque contemple la posibilidad alienígena de la panspermia.

Y el socialismo, ¿qué podemos decir del socialismo? El socialismo es un caso aparte. Los socialistas se las dan de científicos, quieren pasar por laicos, pero no hacen sino imitar los argumentos que utiliza la religión para defenderse. El socialista intenta explicar y solucionar la escasa riqueza que padecen los pobres recurriendo también a una riqueza de orden superior (con trasvases de dinero), y deja sin explicar de nuevo las causas originales que han llevado al rico a tener ese estatus. Se podría decir incluso que los socialistas superan en gravedad y necedad a la propia religión, pues al contrario que ésta, que adora y rinde pleitesía a sus demiurgos, el socialismo se lanza en masa sobre los acaudalados millonarios, para arrebatarles hasta la última gota de sangre, en una suerte de aquelarre colectivo que lleva a la gran pantalla el famoso cuento de la gallina de los huevos de oro.

Por favor, no vayan al cine. La película que ponen los socialistas es un completo fiasco. Siempre lo ha sido.

Acerca de Eladio

Licenciado en biología. Profesor de instituto. Doctorando en economía.
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3 respuestas a Religión y socialismo: dos necedades y un mismo error

  1. Autien dijo:

    No esta nada mal el articulo y no esta nada alejado de ¿la realidad?.
    Aun así mi opinión personal, es que la religión es una forma que tenemos algunos de intentar buscar una posible explicación a lo que aún no conoces el porque de su: realidad, existencia, consecuencia, etc.
    Los humanos siempre queremos tener respuesta a todo, y cuando no la obtenemos desde el principio de la humanidad como tal, se busco en ideas no tangibles.
    No veo incompatible seguir una religión con tener unas ideas, siempre que uno sea capaz de tener visión abierta y capacidad de pensamiento individual de lo que te rodea y que algunas cosas o situaciones, tienen otra explicación fuera de la religión.
    Cosa complicada en algunos casos, que cierto que la fe no deja ver otras realidades.

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